Pobreza multidimensional de los trabajadores: un costo invisible para las empresas
Suena el despertador a las 5 am. Es lunes y cuesta levantarse de la cama, pero hay que hacerlo rápido ya que un pesado tráfico te espera camino al trabajo. Tomas valor y das un salto al ruedo -hay que agarrarle al lunes por las astas.
Llegas al trabajo pero esa presencia sólo es física, tus pensamientos están intentando encontrar soluciones a situaciones que te agobian: eres uno de los muchos paraguayos que están sumergidos en deudas -en tu vida de estudiante te enseñaron “medianamente” a ganar dinero, no a administrarlo-, llevas sobre tus hombros la pesada carga de saber que eres la única fuente de ingresos de tu familia, consideras que hay otras personas en tu hogar que te podrían ayudar emprendiendo algo nuevo, pero no saben cómo hacerlo, no tienen acceso a créditos productivos y mucho menos a contactos que les asesoren en el proceso.
Todas estas características, hoy conocidas como pobreza multidimensional, narran la situación de un trabajador “tipo”, sin importar el rubro de la empresa donde trabaja o cuánto es su salario mensual. Entonces, nos preguntamos: ¿esta persona puede dar todo su potencial para desempeñarse con éxito en la empresa? La respuesta parece ser obvia.
Muchas veces vemos el esfuerzo que realizan las empresas haciendo acciones de responsabilidad social hacia fuera, sin notar que sus propios trabajadores forman parte de su comunidad inmediata donde las acciones de la empresa pueden tener resultados impactantes, generando reciprocidad, ya que es sabido que un trabajador con una buena calidad de vida será una persona más comprometida, más presente y con mayor capacidad de innovación en su empresa.
Con esta problemática en mano, la Fundación Paraguaya y la Asociación de Empresarios Cristianos — ADEC, crearon un programa llamado “Empresas sin Pobreza”. El objetivo del programa es impulsar la fuerza negociadora de las empresas para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias. No es un programa asistencialista ya que el rol de la empresa es crear el ambiente propicio para facilitar un desempeño óptimo, utilizando sus contactos y generación de alianzas interinstitucionales para el beneficio de sus trabajadores.
El programa utiliza la metodología del Semáforo de Eliminación de Pobreza para medir la pobreza multidimensional de los trabajadores a través de una encuesta visual que tiene 50 indicadores agrupados en 6 dimensiones, que utiliza la lógica de los colores del semáforo, donde “rojo” equivale a pobreza extrema, “amarillo” a pobreza, y “verde” a no pobreza. Con los resultados de esta autoevaluación realizada por los mismos colaboradores, la empresa selecciona los indicadores que desea abordar durante el año y lo plasma en un plan de trabajo. Además, participa de reuniones mensuales con las empresas que también implementan el programa, alimentándose así de experiencias innovadoras ya probadas e incluso creando estrategias comerciales o alianzas entre ellas.
Gracias al programa, hoy podemos reportar acciones que antes parecían estar separadas del área de influencia de la empresa, como por ejemplo: la apertura de cuentas de ahorros para los trabajadores negociando tasas de intereses preferenciales, construcciones de baños para trabajadores que anteriormente tenían baños de letrina convocando a los familiares de sus trabajadores para dotarles de habilidades empresariales que le permitan generar nuevos ingresos en el hogar, entre otras acciones.
Cada colaborador tiene el potencial para salir adelante y mejorar su calidad de vida, muchas veces sólo se trata de tener una mano mentora que nos guíe en el camino, y esa mano hoy puede ser la empresa donde trabajamos.
En 2017 el programa cumplió 4 años, ha sido implementado con 86 empresas y ha beneficiado a 15.000 trabajadores quienes se esfuerzan, con el apoyo de sus empleadores, en mejorar su calidad de vida. Si consideramos a sus familiares, el programa afecta en Paraguay a aproximadamente a 66.000 personas.
La pobreza multidimensional de los trabajadores no se visibiliza fácilmente en el balance financiero, pero muchas veces es el costo más elevado que pagan las empresas al tener clientes insatisfechos por la mala atención del personal, errores por presentismo del trabajador, altos niveles de ausentismo y rotación. Todos estos factores pueden ser controlados en la medida en que la empresa se preocupe no sólo en el crecimiento profesional de sus colaboradores sino que también invierta en el desarrollo personal y familiar de los mismos.
Escrito por Lourdes Agüero, de Semáforo en Empresas para Poverty Stoplight en Fundación Paraguaya.